Biblioteca Popular José A. Guisasola





No tenía con quién dejarlo y tuvo que llevarlo con él. Me refiero a Tuki, el gato. Y a Lucas, el astronauta. La misión era a Marte, planeta amigo.

Los marcianos jamás habían visto un gato (menos, con escafandra) y enseguida se enamoraron de él.

Y ya que hablamos de enamorarse, camino a eso fue Lucas cuando conoció a Moni, la bella marciana de antenitas enruladas.


Es frecuente que el amor deba sortear dificultades y, esta vez, todo parecía indicar que también ocurriría así.

Seguramente no faltará quien diga: «Esta película ya la vi», y tendrá razón.

En principio, Moni parecía más interesada en Tuki que en Lucas. Pero eso le ofreció al joven y soltero (no está de más aclararlo) astronauta la oportunidad de conquistar a la marciana. Porque con la excusa de pasear al gato… En fin, creo que se entiende.

A los pocos días, pareció que la simpatía era mutua. Aunque la relación presentaba dificultades, cómo decirlo… operativas. Sin descontar que Lucas era un tanto tímido, y hablaba y hablaba, sin ir al punto. ¿Qué punto? También creo que se entiende. Y el que no lo entienda, que vaya a leer una novela de dinosaurios.

Las dificultades operativas, ya mencionadas, consistían en que el astronauta no podía quitarse la escafandra. ¡Y ni soñar con pedirle a Moni que se besaran a través de un vidrio! Eso es como comer sin sal. O peor.

Así las cosas, la relación no pasaba de caminar, conversar, sonreír; sonreír, conversar, caminar. En Marte se entendía. En la Tierra, después de un tiempo, se la hubiese tomado como cosa propia de sonsos. El universo es así.

Por cierto, no se trataba de un caso imposible. Porque existía una solución para el terrícola que quisiera vivir en Marte como marciano. Sí, una operación pulmonar y un entrenamiento de tres meses lo lograban. Pero después, no había marcha atrás, porque no se podía ya regresar a la Tierra sino como astronauta marciano.

En fin, para qué adelantarse tanto si por ahora se trataba de un posible romance o, como se decía antes, de una simpatía. Aunque Lucas, a medida que pasaban los días se iba poniendo cada vez más pavote. Más enamorado, quise decir.


En cuanto a Moni… Bien, era difícil entender qué pasaba exactamente por su cabeza y su corazón, porque se trataba de una marciana. Pero, a ella, al menos los paseos y el gato le gustaban. También, los regalos.

Porque la misión de Lucas consistía en internarse en el planeta a tomar fotografías y recoger piedras. Como estas abundaban, el astronauta solía traerle a Moni las que le parecían más bonitas. Y ella las aceptaba con agrado. Aunque sus hermanos –no mencioné hasta ahora a los hermanos porque no son importantes en la historia– dijeran cosas como: «¡Piedras! Nunca hemos visto obsequios tan ridículos. ¡Si acá las pateamos!». Tenían razón. Y cuando alguien tiene razón… tiene razón.


Pero Lucas ya estaba definitivamente perdido, es decir, enamorado, y no se daba cuenta de si lo que hacía era tierno, simpático y seductor o una pura y sencilla tontería.

Quince días después —sin que la cuestión avanzara más que lo que aquí se cuenta—, el astronauta debía hacer unas diligencias en otros planetas y asteroides cercanos. Tenía que despedirse de Moni y eligió hacerlo de noche, bajo la plateada tutela de Fobos y Deimos, las dos lunas de Marte. ¡Qué romántico! Aunque solo habló de los riesgos de su misión y utilizó una vez el verbo «extrañar». Moni lo oyó, sonrió y le preguntó si no podía dejar a Tuki. Y el terrícola así lo hizo.

Solo y con tiempo para meditar, Lucas decidió que debía dar el paso, el gran paso de su vida. Sí, se lo dijo y hasta gritó en voz alta cada vez que llegaba o partía de los planetas y asteroides en los que debía recoger piedras. ¡Recoger piedras! Y después hay gente que cree que ser astronauta es apasionante.


Pero fue en medio de esa rutina laboral cuando Lucas pensó qué hacer. Y lo hizo.

Días después, de regreso a Marte, invitó a Moni a dar un paseo por el espacio, sugerencia que ella aceptó con agrado. La región elegida fue el Cinturón de Asteroides. Es cierto que resultaba un tanto peligroso, pero eso mismo le daba oportunidad a Lucas de lucirse en su habilidad de chofer espacial, esquivando esos inmensos cascotes que giran a increíble velocidad.

Cuando uno de ellos se acercó lo suficiente, Lucas sonrió y se lo señaló a Moni. La marciana pudo leer sobre su superficie: «En el amor cuanto más se da, más se tiene». Estaba escrito con piedras.

Ella no dijo nada, aunque sonrió. Al rato, Lucas le señaló otro asteroide, en el que había escrito, con rayas en la arena: «El amor es una llama que alumbra». ¡Bien!

Luego, más allá: «Cuando se ama se cambia de alma». Y después: «Quien ama, se derrama».

Finalmente: «El amor es nunca tener que pedir perdón». (Esto último, copiado de una vieja película.)


Con semejante demostración de esfuerzo y caligrafía, Lucas no creyó necesario decir (agregar) nada más. Tampoco dijo nada Moni. Y ya estaban de regreso cuando a él le pareció ver en un asteroide un grafiti más, cosa que le extrañó porque no recordaba haberlo escrito.

Así que hizo una serie de maniobras y se acercó lo bastante como para ver que, efectivamente, había un corazón dibujado y dentro de él, dos nombres: Moni y Erko.

Fue verlo y cruzar, como un rayo, su mirada hacia la marciana, cuyos ojos estaban iluminados como bombitas de luz, mientras había comenzado a dar entusiasmados saltitos. Y, entonces, le preguntó:

—Pero, ¡¿quién es Erko?!

—Un vecino mío, con el que fuimos juntos a la escuela —contestó ella, radiante de alegría.

¿Quieren saber cómo termina esta historia? Bueno, si no tienen imaginación suficiente como para suponerlo, se lo diré. Lucas descendió en Marte, dejó a Moni en su casa con una rápida y tartamuda despedida y emprendió el regreso a la Tierra. Llevaba en su pecho un dolor fuerte, como si le hubiesen dado un piedrazo (y dale con las piedras…).

Ah, a Tuki, el gato, se lo llevó con él, por supuesto.



FIN

©Oche Califa



Visto y leído en:

A ver qué ves 6
Proyectos de lectura “Amor con todas las letras”
Santillana (pp. 20, 21, 22, 23)


https://wcuypro.s3.amazonaws.com/9789974958449.pdf



“La lectura abre las puertas del mundo que te atreves a imaginar"

"Argentina crece leyendo"


Créditos: Garabatos sin © (Adaptación de Plantillas Blogger) ❘ Ilustraciones: ©Alex DG ©Sofía Escamilla Sevilla©Ada Alkar

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